vivir en china

Argentina y China, China y Argentina
En mi libro Mi Gran Amor Chino hice una breve mención acerca de qué cosa saben los chinos acerca de los latinoamericanos, qué piensan de nosotros hablando en general. Hoy voy a hablar acá qué saben los chinos específicamente de Argentina.
Hace unos meses estaba viendo uno de los canales de noticias más importantes de Argentina. Estaba el meteorólogo, un hombre joven, José Bianco, creo que se llama así. Lo habían mandado a cubrir un huracán en USA, en algún lugar en el corazón de Estados Unidos. Estaba en un barrio común con gente común, y a pesar de no hablar una pizca de español, lógicamente, los vecinos lo trataban de maravilla, lo invitaban a probar unos bocadillos en una panadería sin pedir nada a cambio y como podían intentaban agasajarlo simplemente porque sí. Cuando le preguntaban de donde era decía ¡Argentina!,¡ Argentina! con un inglés paupérrimo, tan básico y tan malo que me daba vergüenza ajena escucharlo. Yo siempre digo, nosotros somos argentinos y no tenemos por qué hablar inglés. Pero un periodista profesional que viaja a otro país a hacer una nota creo que lo mínimo que tendría que hacer es hablar bien inglés. Por supuesto, las personas lo miraban con una cara de ¿Argentina? ¿Con qué se come eso?
El otro día el mismo periodista viajó a Tokio, Japón, y otra vez la misma situación. En cada oración tiraba dos palabras en inglés (encima muy mal pronunciadas) y se reía cuando los japoneses no entendían, y cuando salía otra vez con el I’m from Argentina, do you know someone from Argentina? Nadie entendía nada. Por suerte los japoneses son inteligentes y una chica le dijo «Oh yes, Arshentin». Al instante otro muchacho pareció escuchar y se prendió a la conversación diciendo Arshentin, Messi, I like playing soccer.
Traslademos esto a China, a experiencias personales y a la importancia de hablar idiomas. Cuando apenas llegué a China y me preguntaban de donde era siempre respondía I’m from Arshentina (al menos yo sin ser periodista sí sabía decir el nombre de mi país en inglés), y las respuestas eran encontradas. La realidad es que no muchos sabían algo, y la verdad es que eso me golpeaba fuerte en mi orgullo. Cuando uno sale de su país piensa que su país es el centro del mundo. ¿Quién no conoce el dulce de leche? ¿Quién no conoce el tango? Si yo fuera de México, Nicaragua o República Checa me pasaría lo mismo con las cosas de mi país.
Perdón si les pincho el globo, pero no, no somos el centro del mundo.
Pongámoslo de otro lado. Si viene un chino acá y dice I’m from Chaina, ¿cuántos lograríamos entenderle?
Argentina en chino se dice A Gen Ting
Cuando comencé a hablar chino y a poder decir I’m from A Gen Ting ya la cosa comenzó a cambiar. Y cuando pude decir Wo lai ze A Gen Ting (vengo de Argentina) o wo shi A Gen Ting ren (soy argentino) todo cambió mucho más. Y es que claro, si uno dice Argentina o Arshentina (en inglés) no entienden y no tienen obligación de entender. Además, aceptémoslo, Argentina no es el país más famoso del mundo y tampoco es una palabra que los chinos utilicen a diario.
Al decirles A Gen Ting las respuestas siempre fueron variadas dependiendo del contexto social.
Fueron pocas las veces que alguien me dijo no conocer nada, y las veces que me pasó esto fue en el campo o en ciudades chicas. Aún así, estando en el campo, en aldeas arriba de una montaña o en ciudades de rascacielos, siempre la primera respuesta fue Maradona, Messi (a veces al revés) y zuzhou hen hao (fútbol muy bueno) con los pulgares arriba. A Maradona lo conocen hasta en el pueblo más chico. Llegué a ver a un chico que tenía la foto del jugador con la frase Hand of God. Con Messi pasa casi lo mismo, y por una cuestión obvia lo conocen más los más jóvenes. En 2 o 3 ocasiones vi a alguien con la camiseta de Batistuta, cosa que me llamó mucho la atención. Cuando digo que los conocen hasta en el pueblo más chico entiéndase bien, no quiere decir que todas las personas los conocen, pero siempre hay alguien, al menos una persona que los nombra. ¿Cuál es el motivo? Siempre me lo pregunté y todavía no lo entiendo, supongo que ese es el poder del fútbol. Por eso yo recomiendo a los argentinos que vayan a China llevarse la camiseta de la selección. Créanme, muchas veces me sirvió para romper el hielo y comenzar una relación. Incluso una vez me consiguió un trabajo, pero de eso les cuento otro día.
La segunda respuesta casi siempre es carne. La carne argentina es muy famosa en China, y con justificación ya que a la innumerable cantidad de restaurantes que fui (baratos, medios y caros) la carne allá, al menos para mí, siempre fue mala.

A falta de asado, una cabeza de pato picante nunca viene mal
Ya donde el nivel socioeconómico es más alto pueden llegar a nombrar a Perón o Evita. Por supuesto que el chino medio no va a nombrar a Perón, siempre depende del contexto, del nivel educativo de cada quien, de las relaciones que lo rodean a uno. Cuando a nosotros nos dicen China decimos Kung Fu, pero no muchos conocen una historia un poco más detallada de Mao, la masacre de Nankin y la pica que se tienen con los japoneses, por ejemplo.
Seguido de la carne siempre viene el tango. Yo no sé bailar tango y soy malísimo jugando al fútbol, así que cuando me pedían una demostración de alguna de estas actividades decía que estaba desgarrado. 😀
También nombran a las Malvinas y siempre dicen que a ellos les pasó algo parecido con Hong Kong y que Argentina debe seguir reclamando.
Ya en los niveles más altos se tiene mucha consideración al vino malbec argentino. Tenía yo un conocido que era dueño de un restaurant. El lugar era de lo más fino y caro, y asistía gente de la más alta sociedad. Entiéndase bien, millonarios. Y en ese lugar el vino más caro era uno argentino. Era la última novedad y estaba enmarcado en la entrada con un cuadro que hacía de propaganda.
Finalmente, hay gente perdida por ahí que si uno les habla en chino conoce más que la media. El ejemplo que más recuerdo es el de un hombre que vendía comida con un carrito en la calle, de bajos recursos económicos (en Argentina sería el equivalente a un vendedor de panchos o choripanes).El hombre casi no tenía educación formal y era muy charlatán, sin embargo conocía las pampas, los andes, la Patagonia , Buenos Aires, las cataratas del Iguazú y muchos otros lugares. Incluso me habló de San Martin. Por supuesto también conocía el tango, la carne y el fútbol. Estos, claro está, son casos excepcionales.
Ahí está, esa es la importancia de aprender otro idioma. Por eso, sin importar de donde sean, apréndase al menos el nombre de su país mínimo en inglés, y si pueden en el idioma local. Van a ver como todo es distinto tan sólo con eso.
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Green Day en Argentina
A decir verdad, Green Day en Argentina y en China sería un título más acorde.
Para aquellos que no sean fanáticos de Justin Bieber, Selena Gomez o del reggaeton, les comento que alguna vez existió una banda de rock llamada The Ramones originaria de Nueva York, pionera del punk rock norteamericano, y a partir de ellos surgieron nuevas bandas del mismo estilo o parecido hasta llegar a la década del ’90 y hasta nuestros días. Una de las bandas más representativas hoy es Green Day.
Yo siempre apoyo a la gente que quiere viajar lejos, muy lejos, a un país diferente. Ya el sólo hecho de viajar a otro país es muy bueno, pero si se puede viajar muy lejos mejor.
Aunque ustedes no lo crean, hay cosas básicas que nos unen a Zhufen y a mí, pero en muchas cosas somos como el agua y el aceite.
En China es prácticamente imposible escuchar buen rock n’ roll. Estamos hablando de un país en el que la mayoría de las personas nunca escuchó nombrar a bandas como Queen, Rolling Stones o The Beatles. No digo sus canciones, pero al menos sus nombres.
Yo por otro lado escucho mucha música y muy variada, pero mi género preferido es el rock y sus amplias variantes. Si prestaron atención, lo habrán notado en el post anterior. Por eso, cuando fui a China la primera vez me llevé una valija llena de CD’s y DVD’s musicales, y creo que fue una de las mejores decisiones que tomé.
Uno de los DVD era un concierto de Green Day, banda que por entonces me gustaba muchísimo y ahora me gusta mucho, y cuando lo miramos con ella quedó sorprendida. Por un lado por la música en sí, pero además por el cantante y por la forma de comportarse con el público arriba del escenario. Lo cierto es que luego de eso se volvió una gran simpatizante.
Un concierto de una banda como Green Day sería imposible de ver en China, aún en la China actual.
Oh casualidad, en noviembre del año pasado Green Day vino a la Argentina después de 7 años, y oh casualidad nos invitaron para ir a verlos, así que sin dudarlo para allá nos fuimos. Y así pasamos las siguientes 3 horas, cantando, bailando y saltando junto a miles de (verdaderos) fanáticos.
A eso me refiero con viajar lejos. Esos son verdaderos intercambios culturales. Viajar no quiere decir que uno tenga que estar de acuerdo con todo, pero al viajar al menos uno puede ver algo diferente y seguramente comprenderá de manera más fácil que el mundo no se termina en la frontera de nuestros países.
Lo cierto es que si alguna autoridad china supiera que una chica de su país vino a la Argentina para ver un concierto de Green Day yo sería acusado de corromper almas inocentes y sería además condenado a la hoguera por el resto de mis días. Bueno, esa es una de las razones por las que escribo este blog en castellano. 😀
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Viajando en tren por China
Que este blog crece gracias a ustedes, mis queridos amigos, creo que no tengo que decirlo. Y este post nació de una pequeña charla que tuve con una chica que estuvo leyendo el blog y decidió enviarme un mensaje (sí, recibo mensajes todos los días, y créanme, trato de responderlos a todos, aunque a veces es difícil).
Les aclaro que este post no va a tener casi fotos, es que el disco donde las guardaba se me rompió 😦
Ya sabrán ustedes (y si es la primera vez que pasas por acá lo vas a saber ahora), que por lo general rechazo ir a lugares turísticos. No es que no me gusten, sólo que me exaspera ir a un lugar con mucha ilusión y no poder ver nada a causa de tantas personas sacando fotos con el (casi) único fin de mostrarlas a sus amigos en Facebook en vez de disfrutar el momento. Creo que el creador del selfie stick debe ser rico, bueno, si es que lo patentó.
Por otro lado, créanme, hay lugares mucho más lindos que los que nos muestran en los folletos y encima suelen ser más baratos. Me considero además un viajero de experiencias. Para mí la vida está afuera, recorriendo la calle.
China es un país que está 100% conectado por tren, y si bien viajar en avión no es tan caro (al menos comparado con Argentina), obviamente es mucho más barato viajar en tren, y de hecho, los mismos trenes tienen distintas tarifas, distintos precios de boleto. Dudo que algún súper empresario los use, pero aún así creo que es el medio de transporte más democrático que hay.
Primero están los boletos más baratos. Estos no incluyen asiento, es decir, la persona debería ir parada todo el tiempo. Claro, uno pensaría que en un viaje de 30 minutos o una hora no hay problema, pero estos trenes unen provincias en un país gigante. Van de norte a sur, de este a oeste. Viajar 20 o 25 horas parado definitivamente no es lo más cómodo. Esto es además para que vean que por más avance que tenga China estos días, hay algunas partes que siguen siendo de antaño.
Luego vienen los boletos con asiento, y estos se dividen en asiento blando y asiento duro, aunque a decir verdad yo no vi la diferencia. Finalmente están los boletos con cama. Si uno compra estos es sólo cuestión de relajarse.
He aquí mis experiencias, bien al estilo Hernán.
La primera vez que viajé en tren (en China), lo hice, debo admitirlo, por falta de dinero. Había sido esa la primera vez que viajaba en tren de larga distancia, y fue más bien de sorpresa. Para resumir, hacía tres meses que había llegado a China. Había conseguido empleo de manera informal. Me habían prometido una visa de trabajo y fui cuasi engañado. Me encontré entonces con la difícil tarea de conseguir una nueva visa de turismo en una semana y correr el riesgo de ser deportado.
Para renovar la visa debía viajar a Hong Kong, pero como Zhufen no conocía tremenda ciudad (una de mis preferidas) le dije que me acompañe. Hasta ahí no parece tanto problema, pero los chinos necesitan un permiso especial para ir a Hong Kong cual si fueran extranjeros, por lo cual Zhufen debía pedir el suyo, y como ella había nacido en otra ciudad en otra provincia, para allá fuimos.
En aquella primera ocasión pedimos los pasajes con cama, y menos mal que lo hicimos. El viaje según decían debía durar unas 22 horas, pero terminó durando 24. Eso sí, fue tremendamente puntual a la hora que debía salir.
Cuando uno va a un lugar sin siquiera haber visto una foto, la sorpresa siempre es mucho más grande.
De esta manera recorrimos pueblos, pueblitos, aldeas, aldeas que parecían la de los pitufos metidas en medio de las montañas compuestas por no más de veinte casas. Arrozales de muchos metros de altura armados de tal manera como si fueran escaleras al cielo a través de los cuales los campesinos paseaban con sus bueyes con el equilibrio de las cabras de montaña. Verdes, amarillos y naranjas en todas sus tonalidades. Paisajes de ensueño.

La imagen no es mía, pero esto es lo que yo veía
En cuanto al tren, las camas eran cuchetas y venían en filas de a tres. Yo elegí la de arriba de todo para no ser molestado, y aunque era cómoda para dormir, no lo era para sentarse ya que al hacerlo tocaba el techo con la cabeza.
A cada rato pasaban vendedores, autorizados por la empresa del tren, ofreciendo todo tipo de comida. Lo principal eran los fideos instantáneos, esos que vienen en un bowl de papel y que con sólo agregarles un poco de agua se transforman en una deliciosa sopa.
En aquel país, comida de estudiantes y de gente de bajos recursos. Para mí eran riquísimos. Por supuesto, hubiera preferido un sandwich de milanesa o jamón y queso con mayonesa y pan francés, algún alfajor (soy fanático de los alfajores) o al menos un choripan, pero claro, eso era imposible, estaba en el corazón de China.

Así es, soy fanático de los alfajores
La gente del vagón, como siempre, de diez y muy curiosa. Ya hacía calor y me había puesto la remera de la selección de fútbol (aunque no me gusta el fútbol, pero es los que nos identifica a los argentinos en el exterior mal que nos pese), y como siempre estaban los que me nombraban a Maradona y a Messi. Sin embargo rápidamente me tiraron el orgullo por el suelo cuando uno me dijo: A…sí, Argentina…está en Europa ¿No?, ¿o está cerca de Australia? ¿Qué idioma hablan allá? Yo tenía ganas decirle hablamos malayo mezclado con maorí pedazo de hijo de mil….y luego pegarle un coscorrón como hacía Don Ramón con el Chavo. Pero después reflexioné y dije estoy a miles de kilómetros de mi país, no tienen por qué saber dónde queda, de la misma forma que la mayoría de las personas fuera de China no sabe ni escuchó en su vida acerca de Changsha, la ciudad adonde yo vivía.
Hubieron más viajes en tren, pero sin lugar a dudas los dos últimos fueron los más interesantes. Estos ocurrieron cuando tuvimos que tramitar la visa argentina para que Zhufen pudiera ingresar al país. La embajada argentina está en Beijing, y nosotros vivíamos a unos 1477 kilómetros. Obviamente no se podía ir a preguntar y volver, así que tras llamar varias veces por teléfono y mandar infinidad de mensajes para asegurarnos que teníamos todo, para allá fuimos. Nos habían dicho que sólo necesitaríamos un día o dos para hacer los trámites, y luego ellos le mandarían el pasaporte por correo. Por supuesto, como no podía ser de otra manera hubieron problemas y nos hicieron quedar dos semanas. Pero el jueves de la segunda semana, cuando nos dijeron que por fin estaba todo listo y fuimos a retirar el pasaporte a la embajada nos enteramos que todavía faltaba un papel más, y dicho papel me lo había olvidado en mi casa, a cuatro provincias de distancia. Rápidamente fui a mi computadora para comprar un pasaje de ida y otro de regreso con la intención de estar al siguiente lunes de vuelta. De avión no había nada por una semana y de tren sólo había pasajes de los más baratos, para ir sentado. Sin más opción compré uno para la próxima mañana. Como el viaje era a primera hora la dejé a Zhufen durmiendo en el hotel, y como en teoría ya conocía el camino a la estación me fui por mi cuenta. Algo que ella nunca supo fue que llegué a las corridas y que estuve a punto de perder el tren (como tantas otras veces, siempre viviendo al límite).
Aunque no estaba muy feliz que digamos, debo admitir que tenía mucha curiosidad.
Por supuesto que adentro del tren el único extranjero de piel blanca y de cara occidental era yo. La verdad me sentí como en la película Los Beverly Ricos, y es que en verdad el cuadro era como la siguiente foto, solo que en vez de auto íbamos en tren y la gente no mostraba el dedo.

No soy crítico de cine, ni me interesa serlo, pero los Beverly Ricos es una de las mejores películas que ví 😀
El campesinado en su plenitud viajaba junto a mí, algunos incluso llevaban sus gallinas en una caja. Todo estaba sucio, pero no es una crítica, es una realidad. No estaba pintado ni maltratado, simplemente estaba lleno de papeles por el piso y semillas de girasol por doquier (los chinos son fanáticos del girasol). Por supuesto nadie hablaba una palabra de inglés y cuando me preguntaban de qué país venía tenía que decirles el nombre de Argentina en chino. Sólo ahí comprendían, y aún en ese lugar no pude safar del “oh…ma la duo na…su zhou hen hao” (Oh…Maradona, fútbol muy bueno jaja). Creo que ya lo dije varias veces, pero acá va de nuevo: casi no me gusta el fútbol y no soy seguidor de Maradona, pero como argentino cada vez que estoy en otro lugar lo primero que me dicen es Maradona (y ahora Messi). Por suerte en lugares tan lejanos no hablan de su vida privada, sólo de sus habilidades como futbolista, y del famoso gol a los ingleses.
En este caso el viaje duró unas veinticinco horas, y aunque yo había comprado el boleto para ir sentado, la verdad es que no podía pararme porque el vagón era compartido con la gente que iba parada, y apenas uno se levantaba cualquiera podía ocupar el asiento y vaya uno a reclamarle a su abuela.
De estos viajes fueron dos así: veinticinco horas hasta mi casa, ir a buscar el papel que me faltaba, volver cuatro horas más tarde nuevamente a la estación y emprender otro viaje de regreso a Beijing sentado por veinticinco horas más. Una locura, pero era la única opción. Debo aclarar que después de eso estuve dos años seguidos sin sentarme.

Esta fue la distancia que tuve que recorrer sentado ida y vuelta en un fin de semana. Puede no parecer mucho, pero créanme, lo fue.
Por suerte todo terminó saliendo bien, Zhufen pudo obtener su visa y los dos pudimos venir a la Argentina. En cuanto al viaje, no puedo decir que lo disfruté pero no me arrepiento. Creo que no lo volvería a repetir, al menos de esa manera tan acelerada, y aunque fue de lo más barato para mí valió más que cualquier viaje en primera clase del mejor avión. Hay que animarse a más mis amigos. Tengan el trabajo que tengan, vivan donde vivan, anímense a de vez en cuando salir de la rutina.
Y bueno, si querían saber cómo se viaja en tren por China (yo sé que es una pregunta que no los dejaba dormir), ahí tienen, así es como se viaja en tren por China.
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La odisea de la crema
Por más comunismo que es más capitalismo, apertura al mundo, ascenso en el escenario mundial y todas esas cosas, China es China, y en muchos aspectos lo va a seguir siendo.
Uno al viajar al gigante asiático tiene que saber esto de antemano: está viajando a un lugar muy lejano, y muy lejano significa distinto. Yo no lo sabía. Mejor dicho, lo sabía pero nunca tomé conciencia, y supongo que así fue mejor porque de esa forma todo fue una sorpresa y en las buenas y en las malas, lo disfruté mucho. No obstante, al haber vivido en el país, al haberme metido, al conocer gente, hablar, investigar, hacer una y mil cosas finalmente llegué a la conclusión de que la sociedad argentina y la china no son tan distintas como un puede llegar a pensar, de hecho tienen mucho en común solo que al estar tan alejado un país del otro es poco el contacto que realmente llegan a tener. Pero bueno, de esto hablaremos en un futuro.
Hay ciertos productos alimenticios que son lo más común acá y por allá prácticamente no existen, o directamente no existen. Uno al principio no lo nota. Si va al restaurante pide un bife o un plato de fideos con salsa y no se da cuenta de que esas cosas están ahí por ser un restaurante, pero puertas afuera son casi imposible de encontrar.
Cuando uno comienza a salir al supermercado o a las tiendas para hacer las compras es cuando esa falta de cosas, que al principio parecen ser nada pero, según la persona se pueden llegar a transformar en una pesadilla, se comienza a notar.
No soy una persona que pueda aceptar un no como respuesta y creo que lo siguiente es una clara prueba de que la insistencia siempre otorga buenos resultados. Zhufen y yo somos golosos de estómago y también de vista. Durante un tiempo evaluamos seriamente abrir nuestra propia tienda de panes y tortas, llegamos incluso a averiguar acerca de hornos de gran tamaño para desarrollar la tarea, pero faltaba un detalle casi esencial para las tortas: crema. Nunca lo había notado hasta ese entonces, pero la crema como la conocemos nosotros es casi inexistente en China. En realidad, cuando uno va a comprar una torta la misma está cubierta de crema igual que acá, pero conseguir el preciado material por separado es prácticamente imposible, ni que hablar si uno se encuentra en una ciudad del interior.
El problema con muchos productos es que son intraducibles porque la mayoría de la gente ni siquiera los probó en su vida. Esto es, por más que uno diga quiero manteca por ejemplo, si la persona nunca escuchó hablar de manteca difícilmente lo pueda ayudar a conseguirla. Recuerdo preguntarle a muchos amigos y conocidos si sabían donde conseguir crema, y al ver su cara de signo de pregunta recurría a las señas primero, haciendo el gesto de ordeñar a una vaca con mis manos, y obviamente me preguntaban si era leche lo que yo buscaba. No, se hace con leche pero no es leche, decía yo, y pensando me llevaban al supermercado y me mostraban yogur. Buscando en lo más obvio que era el diccionario entonces, les mostraba la traducción de cream y me llevaban a un producto que nada tenía que ver con la crema de leche.
Finalmente, los llevaba a la tienda de tortas (digo tienda de tortas y no panadería, porque si bien en Argentina las tortas se venden en panaderías, las panaderías tal como las conocemos acá, como muchas otras cosas, son muy distintas. Allá no se compra un kilo de pan, se compra un pan por persona y punto), les mostraba una torta y ahí si me decían aaaaahh…si, crema…no, no tengo ni idea donde podés comprar.
Un día un conocido me dijo que podría averiguar en un supermercado que vendían solo productos extranjeros. Fui al mencionado lugar y me encontré con un lugar del tamaño de un Wal-Mart, solo que todos los productos que vendían eran extranjeros, nada chino, y estaban separados con banderas de cada país para que uno supiera. Se podrá imaginar uno mi cara cuando vi un góndola con la bandera argentina y que esta, entre otras cosas tenía alfajores de dulce de leche. Se podrá imaginar uno también mi cara cuando vi que cada alfajor costaba entre veinte y cuarenta pesos.
Caminando por los pasillos finalmente me encontré con un pote de crema. Estas situaciones hay que vivírlas para entenderlas al cien por ciento, porque una vez más, hay cosas que las tomamos como algo normal, un sándwich de jamón y queso por ejemplo, pero cuando eso que es tan normal nos falta, es ahí cuando lo valoramos de verdad. En este caso me emocionó tener un pote de crema en las manos, pero de todas formas no lo compré ya que costaba unos cien pesos y por más desesperado que pudiera estar no estaba dispuesto a pagar tanto por algo que en mi país se consigue en todos lados. Además, si quería abrir una tienda de tortas y tenía que comprar un pote de crema por cien pesos, obviamente el negocio no iba a funcionar.
Pero yo no soy alguien que se rinda así nomás, no señor, y ya más loco comencé a buscar por todos lados. Zhufen se me unió en la búsqueda y cual sommelier comenzamos a comprar una porción de torta diaria para que el paladar se le acostumbrara a ese producto que tanto buscábamos, y tras haber recorrido cuanto lugar encontramos comenzamos a buscar en internet.
Finalmente, por esas casualidades del destino ella encontró en una página que una mujer vendía la famosa crema, pero no era un local ni nada, era una mujer que vendía desde su casa. China no es como acá que a veces por cuestiones de seguridad uno tiene miedo de dejar un teléfono o la dirección, allá las cosas se manejan de otra manera y todo se puede hacer por internet, así que tras llamarla por teléfono la mujer le dijo que pasemos por su casa sin problema.
Fuimos entonces, y dudando si verdaderamente se trataba de crema lo que esta señora tenía llegamos a su casa en un barrio común y corriente. Al abrirnos la puerta nos llevó a un freezer que tenía y dentro del mismo había una gran cantidad de potes del preciado producto, los mismos que compramos en el supermercado de nuestro país y esta vez sí, a un precio razonable. Sin dudarlo compré dos y agendé el número de la señora, quien nos comentó que tenía esa «rareza» porque uno de sus hijos vivía en el exterior y siempre le mandaba, pero a ella no le gustaba esa cosa extranjera y aprovechaba para hacerse de unos billetes extra.
Y todo esto para comprar un pote de crema.
Obviamente, y como uno se podrá imaginar, la idea nuestra tienda de tortas se canceló. La idea de probar salsa de tomate, fiambre, manteca o un pan flauta entre otras muchas cosas también tuvo que ser postergada a menos que fuera a un restaurante de comida occidental o directamente, hasta mi regreso a la Argentina.

En China el café, como el que está al lado de la ventana, se toma bien frío, si es posible con mucho hielo, y cuando uno compra una Sprite, una Coca o alguna otra gaseosa en el supermercado esta viene atada con un jugo de frutas como señuelo. De a poco van entrando.

Guía para vivir y trabajar en China
Lo que viene lo que viene…guía de precios en China (y algunas cositas más)
Lo que les traigo hoy es una guía para todos los quieran viajar a China o Asia. Esto es recogido 100% de mi experiencia y por supuesto no es perfecto. Aún así espero que le sirva a alguien como puntapié inicial para tener una mayor idea. Cuando yo fui a China conocía el 1% de todo esto pero una de las lecciones que aprendí por allá es que para que un pueblo evolucione uno no debe quedarse con los conocimientos para sí mismo, debe compartirlos, así que acá vamos
Los precios que escriba van a ser en dólares para usar como moneda neutral, de ahí cada uno compare de acuerdo a su país o si no usen esta página: http://www.xe.com/ucc/
Lo primero es lo primero: si uno viaja a China desde América Latina la opción más barata suele ser haciendo transbordo por Estados Unidos. Sin embargo la visa para los U.S no es tan fácil de obtener y puede llevar un tiempito así que hay que calcular eso. Quizás desde México haya vuelos directos, no lo sé. Las opciones más caras suelen ser un transbordo en Francia, Alemania o Inglaterra aunque la visa es mucho más fácil de obtener. Una opción más barata y con una visa fácil es Canadá, la otra es un país de medio oriente como Catar donde ni siquiera se requiere visa para pisar unas horas.
¿Porqué ir a China?
Muchos me preguntaron acerca de cómo es vivir en Japón o en China. Lo cierto es que si bien los dos países están cerca son muy distintos. Yo no viví en Japón, estuve en China y por lo que escuché de gente que vivió en Japón, a todos los que nunca fueron al continente asiático les recomendaría primero ir a China. ¿Por qué?
No. 1: los asiáticos en sí son muy buena onda con los extranjeros pero al ser China una potencia en desarrollo constantemente está buscando gente extranjera para trabajar. En Japón también se puede trabajar, pero es más fácil encontrar algo en China.
No. 2: Vivir en Japón es caro, vivir en China no tanto y en el interior del país es definitivamente barato por lo cual lo recomendaría más para aquellos viajeros con un presupuesto ajustado.
No. 3: En China se puede ahorrar dinero bastante rápido. Un salario para extranjeros suele variar entre los $1200 dólares y los $2000 dólares, a veces más a veces un poquito menos pero en esa franja. Quizás esto no sea tan alto y quizás en Japón se pueda llegar a ganar más pero atención porque como dije antes la vida es más cara en Japón por lo cual si uno gana $1500 dólares y gasta todos los meses $1000 no hay mucho negocio. En cambio en China se puede vivir muy cómodamente solo con la mitad de eso, me refiero salir seguido a comer afuera, ir a un bar, comprar comida, etc. Ahí es cuando digo que se puede ahorrar más fácil. De última, lo que yo recomendaría para los que quieran ir a Japón es que se pasen un año en China y ya con un poco de experiencia en Asia y con algo de dinero extra vuelen al país del sol naciente ya que la distancia es solo de cuatro horas.
No. 4: Si bien en ambos países se trabaja más que en nuestra cultura latina, en Japón para ganar lo mismo que en China hay que trabajar más horas.
¿Qué hacer en China?
Una de las cosas más difíciles o lo que a uno más lo inquieta es de que trabajar allá. A menos que usted don lector sea un loco como yo y se anime a viajar a una cultura desconocida para conocer a su amor corriendo el riesgo de llegar y que lo pongan en una fábrica a trabajar haciendo muñequitos de McDonald’s, no recomiendo mucho esto. De todas formas, al menos en Argentina uno puede pedir una visa de turista que dura tres meses con lo cual uno puede transitar tranquilamente por allá durante ese tiempo, lo que sucede es que siempre es mejor encontrar un trabajo antes de salir. Para saber como es en cada país simplemente busquen Embajada China en (su país) y ahí les va saltar la data. Read More