hernan por el mundo

Un Argentino en China
Al principio de los tiempos, fui publicando en este blog mi historia y todas las historias de mi vida en China y mis viajes, mis experiencias, las cosas que vi, las cosas que hice, cómo las hice, los problemas que tuve que enfrentar y cómo los resolví. Siempre lo hice por placer y porque me pareció que era poca la información concreta y verdadera que había acerca de China en español. Siempre están las fotos de la Muralla China y la Plaza Tian An Men, pero yo me refiero a información acerca de vivir, trabajar, estudiar, problemas con los visados y un sinfín de etcéteras. Cómo les conté al principio (y como también está contado en mi libro Mi Gran Amor Chino), cuando yo viajé por primera vez a aquellas tierras lejanas era poco y nada lo que sabía acerca de China, siempre me las tuve que rebuscar yo, y de alguna forma (creo que tuve un ángel de la guarda o quizás fue Dios quien me guió), como todo buen argentino atando un cable con otro logré salir indemne de cada situación. Dicen que en Argentina estamos tan golpeados por tantas crisis que al salir al mundo los problemas de los que se quejan en otros países para nosotros no son más que tonterías. Es probable.
Uno de esos problemas, desde el principio y sobre todo estando en China, fue la comida. Yo siempre comí de todo. Nunca tuve problemas con ningún tipo de comida, ni en China ni en Argentina, pero de repente con tan sólo 21 años me encontré viviendo en la otra parte del mundo. Si iba a un restaurante no entendía las letras ni el menú para poder ordenar algo, si quería algún ingrediente específico como puede ser queso, crema, alguna mermelada para el pan, entre muchas otras cosas, no lo podía comprar porque simplemente no había o nadie lo conocía, y si por alguna razón lo encontraba en algún estante de algún supermercado grande salía demasiado caro para mi bolsillo al tratarse de comida extranjera. Incluso las cocinas eran diferentes. La mayoría de las casas no tenían horno y el 90% de las comidas se preparaban mezclando esto y aquello en un wok.
Pero al viajar uno debe adaptarse. Eso es lo bueno de viajar. Y a mí no me quedó otra opción más que adaptarme. Tuve que aprender a cocinar por mi cuenta con lo que encontraba usando los utensilios y las herramientas que tenía a mano.
Y entonces descubrí que cocinar me gustaba más de lo que había creído y comencé a pulir mis habilidades. Luego regresé a la Argentina y aunque estaba en mi país seguí cocinando. Y en mis siguientes viajes a China pude entonces mostrarle a mis amigos de aquellos lados un poco de comida nuestra intentando destruir el mito que circula por tierras asiáticas de que en Argentina se come en un 99% carne asada. La comida no es sólo comer y ya, la comida es cultura.

Carne de pato que al servirla la decoran como si fuera una flor. Cosas que pasan en China.
¿Se imagina alguien que en algún pueblito del corazón de China un hombre con un delantal que decía «Un aplauso para el asador» intentó cocinar un asado argentino? ¿O que dos chicos se pusieron super felices al recibir de regalo la camiseta de Messi uno y la de Boca Juniors otro? Supongo que si un argentino viaja a China, allá tan lejos para desenchufarse un poco de nuestra realidad y se encuentra con un chino vistiendo una camiseta de un equipo de fútbol de acá pensará que se volvió loco, o quizás se cruce por su cabeza la frase ¿cómo llegó esto acá? Bueno, sépanlo, yo fui el culpable. Puede parecer una novela fantástica o un relato de ficción, pero créanme, estas y muchas historias más sucedieron. Lo importante, según yo, es siempre dejar una huella nuestra y de nuestro país en todos los lugares que visitamos. Así al menos lo intento yo.
***
No te olvides de seguirme en las redes!
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.

Cuentos y Leyendas Chinas
Si hay algo para lo que los chinos son especialistas es para los negocios (bueno, y también para la copia y falsificación de todo tipo de artículos). Al caminar por las calles de cualquier ciudad, incluso de pequeños pueblos, uno puede observar tranquilamente comercios, locales y tiendas de todo tipo y tenor. Aldeas metidas en el medio de las montañas tienen sus pequeños supermercados, restaurantes y tiendas de ropa. Ver a un campesino con el último Iphone no es algo que debería llamar la atención.
En Argentina la mayoría de las tiendas están cerradas un domingo. En China, por el contrario, todo está abierto de lunes a lunes. Ellos tienen su filosofía, y dicen que si el sábado y domingo las personas que trabajan en una oficina descansan entonces también irán a pasear y por ende a gastar. No abrir un local un sábado por la tarde o un domingo sería desperdiciar una buena oportunidad.
Un día estábamos paseando por un parque muy lindo, justo era un día soleado. Estaba lleno de agua, plantas y color verde por todos lados, pequeñas cascadas, pequeñas montañas artificiales, miradores. Una tarde perfecta. Y en el medio del parque, ya se veía de lejos, había un monumento que llamaba mucho la atención. Era como la luz esa con electricidad que le ponen a los mosquitos. Uno se sentía atraído hacia ese lugar e indefectiblemente caminaba hacia ahí.
Cuando por fin llegamos vimos mucha gente sacándose fotos (no podía ser de otra manera). El monumento en cuestión, muy lindo y colorido, era de Los Ocho Inmortales, una leyenda china que más adelante les contaré. Básicamente eran ocho personas, siete hombres y una mujer.
Hasta ahí perfecto, pero faltaba el condimento. Alrededor de las estatuas había varias tiendas de recuerdos vendiendo todo tipo de chucherías y frutas locales (exóticas para mí). También estaba el fotógrafo local esperando al acecho a su próxima víctima, y claro está, qué mejor que un extranjero. El hombre se me acercó con una sonrisa llena de carisma y me dijo unas palabras (debo reconocer que en la distracción no entendí nada), se dirigió a su pequeña tienda y regresando a los segundos comenzó a vestirme con una indumentaria súper llamativa. Capa, sombrero y espada. Era la ropa de uno de los héroes mitológicos que estaban detrás de mí, uno que se llama Cao Guojiu, o así me dijeron. Luego tomó su cámara y comenzó a sacarme fotos desde diferentes ángulos, y al terminar me invitó a su tienda, descargó las fotos en una computadora y me preguntó si quería comprarlas. Podría haber dicho que no, nadie me obligó, pero vamos, no era tan caro y sería un lindo recuerdo de una tarde cualquiera en algún lugar de este hermoso país.
Quizás en Argentina me hubieran preguntado primero si quería vestirme y sacarme unas fotos. En china primero me vistieron y me sacaron las fotos, y luego me preguntaron. Y es que como señalé al principio, en China están hechos para los negocios, y de la forma que sea se las van a ingeniar para ganar algo de dinero.
Lo mejor de todo fue el día. Lo disfruté mucho y caminé por todos lados, aún por aquellos lugares en los que decía prohibido pasar (esa es otra de las ventajas que tiene ser extranjero en un país con otro idioma, uno siempre puede recurrir a la famosa frase «no entiendo»). Claro, aquel fotógrafo también merece su crédito, y es que sin él este hubiera sido tan sólo otro día más en algún lugar de China.
***
No te olvides de seguirme en las redes!
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.
***

En la Ciudad Prohibida de China 2
Y aquí mis queridos amigos, la segunda parte de la Ciudad Prohibida. Esta vez son sólo fotos.

Siempre es momento para una buena siesta

Tienda de regalos. Obviamente no podía faltar

Piedras. Seguramente también deben ser milenarias

Una de las situaciones más extrañas, divertidas, bizarras, como uno la quiera llamar. A la salida de la Ciudad Prohibida, donde más gente había saliendo todo el tiempo estaban los policías que supuestamente debían custodiar, aunque se los veía más alegres charlando y al parecer contando chistes con un vendedor de helados ambulante. El helado estaba hecho de semillas, arvejas y porotos 🙂
***
No te olvides de seguirme en las redes!
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.

Green Day en Argentina
A decir verdad, Green Day en Argentina y en China sería un título más acorde.
Para aquellos que no sean fanáticos de Justin Bieber, Selena Gomez o del reggaeton, les comento que alguna vez existió una banda de rock llamada The Ramones originaria de Nueva York, pionera del punk rock norteamericano, y a partir de ellos surgieron nuevas bandas del mismo estilo o parecido hasta llegar a la década del ’90 y hasta nuestros días. Una de las bandas más representativas hoy es Green Day.
Yo siempre apoyo a la gente que quiere viajar lejos, muy lejos, a un país diferente. Ya el sólo hecho de viajar a otro país es muy bueno, pero si se puede viajar muy lejos mejor.
Aunque ustedes no lo crean, hay cosas básicas que nos unen a Zhufen y a mí, pero en muchas cosas somos como el agua y el aceite.
En China es prácticamente imposible escuchar buen rock n’ roll. Estamos hablando de un país en el que la mayoría de las personas nunca escuchó nombrar a bandas como Queen, Rolling Stones o The Beatles. No digo sus canciones, pero al menos sus nombres.
Yo por otro lado escucho mucha música y muy variada, pero mi género preferido es el rock y sus amplias variantes. Si prestaron atención, lo habrán notado en el post anterior. Por eso, cuando fui a China la primera vez me llevé una valija llena de CD’s y DVD’s musicales, y creo que fue una de las mejores decisiones que tomé.
Uno de los DVD era un concierto de Green Day, banda que por entonces me gustaba muchísimo y ahora me gusta mucho, y cuando lo miramos con ella quedó sorprendida. Por un lado por la música en sí, pero además por el cantante y por la forma de comportarse con el público arriba del escenario. Lo cierto es que luego de eso se volvió una gran simpatizante.
Un concierto de una banda como Green Day sería imposible de ver en China, aún en la China actual.
Oh casualidad, en noviembre del año pasado Green Day vino a la Argentina después de 7 años, y oh casualidad nos invitaron para ir a verlos, así que sin dudarlo para allá nos fuimos. Y así pasamos las siguientes 3 horas, cantando, bailando y saltando junto a miles de (verdaderos) fanáticos.
A eso me refiero con viajar lejos. Esos son verdaderos intercambios culturales. Viajar no quiere decir que uno tenga que estar de acuerdo con todo, pero al viajar al menos uno puede ver algo diferente y seguramente comprenderá de manera más fácil que el mundo no se termina en la frontera de nuestros países.
Lo cierto es que si alguna autoridad china supiera que una chica de su país vino a la Argentina para ver un concierto de Green Day yo sería acusado de corromper almas inocentes y sería además condenado a la hoguera por el resto de mis días. Bueno, esa es una de las razones por las que escribo este blog en castellano. 😀
***
No te olvides de seguirme en las redes!
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.

Our wedding photos my dears!
Bueno, pues eso. Para los que no hablan inglés (y no quieren usar el traductor de Google), estas son las fotos de cuando nos casamos. En China las fotos son un negocio ultra lucrativo. Si me preguntan, creo que los celulares con cámara los crearon especialmente para los asiáticos. Si alguna vez se cruzaron con un grupo que japoneses, chinos o de gente de aquellos lugares que vienen de turismo, sabrán a lo que me refiero. Oh! Mira, un tacho de basura. Mira! Una piedra, que es igual a las piedras que hay en China, pero está tirada en suelo argentino! (click, click, click. Ruido de cámaras sacando fotos 🙂 ).
En China no es necesario esperar a un casamiento o una fecha especial para realizar un buen book profesional de fotos, cualquier fecha puede ser la mejor. Y no sólo eso, la forma en que promocionan todo es sencillamente espectacular. Ahora, y durante los próximos cuatro o cinco post les voy a mostrar nuestras fotos, las cuales están divididas en seis estaciones: el jardin, la playa, China clásica, arte, Europa clásica y celebración estilo occidental. Todo eso en sesiones de tres días. Terminamos muy cansados (al menos yo), pero creo que valió la pena. Espero que les gusten. Al final de todo les muestro un poco detrás de las escenas y les cuento también más acerca de la industria fotográfica en China.
Lo último, lo más importante y lo que siempre les digo: si nosotros pudimos, ustedes también pueden. No existen los imposibles, sólo hay que trabajar mucho y meterle muchas ganas. Y para aquellos que aún dudan acerca del verdadero amor, puede que esto suene muy estilo John Lennon, pero yo se los confirmo: este mundo aún tiene amor y es el sentimiento más grande que puede haber. Sólo hay que encontrar a la persona adecuada, y créanme, esa persona existe y está en algún lugar de este mundo.
***
No te olvides de seguirme en las redes!
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.

En el paraíso chino
China es un país mágico. Hace unos años cuando vine por primera vez a este país una de las primeras cosas que tuve en claro, y que dije, fue que si había un momento en el que había que venir a China era este, y es que si uno quiere ver un país en cambio, en transformación constante, creo yo, en la mayoría de los casos para bien, es este. Y lo seguirá siendo por muchos años más, porque es un país tan grande y con tanta gente que indefectiblemente es un proceso que va a llevar muchos años.
La historia de hoy comienza en una de esas escapadas que uno se pega cuando está aburrido y no sabe que hacer en el medio de un pueblito chino. En mi caso, ese lugar era el pueblo de he mo chang en la provincia de Yun Nan. Estaba llegando la primavera y se suponía que el clima debía ser agradable, muy agradable según decían. Yo ya había preparado mis anteojos de sol y mi gorro, pero rápidamente tuve que guardar todo ya que el clima, lejos de ser agradable, estaba congelado. Según la gente local, hacía mucho tiempo que no se sentía un clima así de frío. Por mi parte, mientras desechaba la idea de pasearme en camisa de mangas cortas y bermuda pensaba en mi interior la mala suerte que tenía. Lo peor de todo fue que ni siquiera tenía ropa de abrigo, apenas tenía un buzo y mucho menos una campera. A decir verdad, la temperatura rondaba los cinco grados, pero al estar en una zona montañosa parecía estar bajo cero.
Esa misma mañana Zhufen recibió una llamada por teléfono, bueno, por QQ, de unas amigas de la escuela secundaria que habiéndose enterado que estaba por sus pagos querían ir a visitarla, así que hicieron una cita para encontrarse varias horas más tarde. En el mientras tanto aprovechamos para salir a recorrer un poco el pueblo, que como usted sabe mi querido lector es eso lo que a mí me encanta (definitivamente no nací para quedarme dentro de un hotel), y de paso compré una campera porque ya el frío se había tornado insoportable, al menos para mí.
A la hora del almuerzo, es decir a las once de la mañana, nos encontramos con estas personas, que eran dos chicas con sus respectivos maridos e hijos (malcriados como el 90% de los chicos chinos), y tras comer bastante y brindar veinte veces con ese horrible vino de arroz de 52% de graduación alcohólica nos invitaron a ir a pasear a otra ciudad. No voy a mentir, la verdad es que estaba bastante aburrido, pero de todas formas no tenía escapatoria así que acepté la invitación. Bueno, aceptaron por mí. Sé que no tiene nada que ver con esto, pero algo que nunca deja de sorprenderme es como los chinos parecieran están formados para los negocios. Recuerdo, por ejemplo, que aquella tarde mientras caminábamos sin rumbo bajo el sol todos intentaban hablar conmigo, quizás por curiosidad o quizás para no ser descorteces. Cosas de rutina, ¿de dónde sos? ¿cuánto tiempo vas a estar acá?, ¿te gusta China? Y tras varios minutos uno de los hombres que parecía pensativo me mira y me dice: «¿sabes qué?, tendríamos que vender camisetas de fútbol de Argentina acá, Messi es muy popular, sería buen negocio». Seguramente fue un comentario más, pero no deja de ser interesante pues esos pequeños detalles, esos pequeños diálogos si uno sabe prestar atención, son un reflejo bastante aproximado de la sociedad y del país. Acá en Argentina, cuando uno conoce a una persona la invita a salir, a conocer la ciudad, a mirar una película o a comer algo quizás, o quizás simplemente hablan de la vida, pero creo que lo último que haría para romper el hielo sería proponerle un negocio a una persona a la que acaba de conocer.
Fue así que salimos de la ciudad y nos metimos en la ruta. En el camino nos topamos con algunos vendedores de frutas y nos detuvimos a estirar los pies en un gigantesco campo de flores amarillas.
Habíamos recorrido alrededor de una hora y el clima ya empezaba a cambiar, al menos había salido el sol. Justo en ese lugar había una montaña con un gigantesco buda dorado en la cima el cual me moría por subir a ver. De hecho nos habíamos bajado para eso, pero al preguntar quien quería subir todos dijeron que no y yo simplemente dije «¿entonces para qué demonios nos hicieron bajar?» (en realidad utilicé otras palabras, usted use la imaginación, y es que en ese lugar y en esa situación el español es un idioma extraño que nadie comprende jaja). Sólo me contenté con mirar hacia arriba y observar a la distancia un pequeño punto dorado y brillante al que ni siquiera me molesté en sacarle una foto.
Y así, en medio de anécdotas escolares que nada tenían que ver conmigo con canciones de guardería de fondo al estilo Barney el dinosaurio pero en chino, en medio de la ruta, de árboles y de campo, casi como por arte de magia apareció otra pequeña ciudad. Al principio no parecía ser nada del otro mundo más allá de estar lleno de máquinas y edificios de cuarenta pisos que ya comenzaban a levantarse, cosa que a esa altura ya no me llamaba la atención para nada. Pero tras recorrer unas cuadras llegamos a lo que era literalmente una playa artificial armada en el medio de la nada, y aún más, había toda una ciudad alrededor. Salvando la distancia y el tamaño, uno se sentía como esas películas paseando en auto por calles con palmeras en Beverly Hills, y es que hasta algunos carteles estaban además de chino en inglés.
Acá el clima ya era definitivamente otro, cálido a caluroso, pero no sofocante. Había un poco de viento aún y quizás por esa razón la mayoría de las personas andaban de mangas largas. La gente que iba y venía parecía disfrutar de una vida mucho más tranquila y relajada, ¿y quién no lo haría en un lugar así?
Estos son los lugares que vale la pena conocer, lejos de los circuitos turísticos y donde se puede apreciar de forma total y absoluta la vida local. Y es acá donde se logra apreciar el momento por el que está pasando China. Si se dejan de lado ideologías estúpidas, de izquierda o de derecha y en vez de eso el Estado se enfoca en crecer, el progreso es inevitable.
Para aquellos que tenían la duda, sí, en China los chicos en la playa también juegan con moldes de animales. Ahora ya pueden dormir tranquilos.
En Argentina cuando uno va a la playa hay vendedores que pasan vendiendo helado, choclo, jugo de frutas…en China en cambio, pasan vendiendo zanahoria blanca mezclada con ají picante, y a los chicos les encanta. ja ja
¿Quién dijo que todos los lugares de China están repletos de gente?
Y bueno, después de una tarde fabulosa volvimos a la ciudad del principio para despedirnos cenando y brindando con vino de arroz, ¿qué otra cosa podía ser?
***
No te olvides de seguirme en las redes!
***
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.
***

En el campo chino
La última vez que vine a China fue por una razón totalmente diferente a la de ahora, y la experiencia sin lugar a dudas fue también muy diferente. Fue conocer otra cara de este enorme país, desde otra perspectiva. Es que los tres años anteriores me los pasé, por sobre todas las cosas, trabajando, y sobre todo en el ambiente en el que trabajaba, me hizo ver otra realidad, o quizás otra imagen de la misma moneda que a veces parece tan alejada que hasta por momentos me pregunto si realmente estuve en el mismo país.
Básicamente antes estaba en la ciudad y ahora estoy en el campo, y antes vivía solo y ahora estoy en una casa de familia. La ciudad en la que vivía, Changsha, era una ciudad de las consideradas de nivel medio y debido a eso se veía un crecimiento casi frenético que por ejemplo no se veía en Beijing la cual es considerada una ciudad grande, y si bien crece como toda China ya no lo hace de forma tan acelerada. La realidad también era otra debido que al trabajar como profesor de idiomas me movía en un ambiente en el que casi todas las personas hablaban inglés, lo suficiente al menos para defenderse, y acá la verdad es que casi nadie habla ese idioma más allá de un hello o un thank you. Eso sí, al decir que vengo de Argentina me siguen respondiendo con “el fútbol en tu país es muy bueno” y “ohhh…Messi hen hao (Messi muy bueno)”.
Shilin, el lugar adonde estoy ahora, es un pequeño pueblo en la ciudad de Kunming, en la provincia de Yun Nan. En realidad el pueblo está a unos quince o veinte minutos de auto, yo estoy realmente en el campo, y digo de auto ya que ni siquiera hay colectivos que me acerquen ahí. Es increíble entonces pasar de una ciudad de rascacielos que día y noche no para de crecer repleta de pantallas led y colectivos estilo inglés de dos pisos a una ciudad en la que las casas aún siguen teniendo sus propias vacas y gallinas, y que ambos lugares estén separados tan sólo por una hora de viaje.
Sin embargo, hay cosas que unen a las dos ciudades y a toda China, y es que cada una a su ritmo no para de crecer. Hace cuatro años cuando estuve acá todo lo que se veía eran cultivos y esa China idílica que uno imagina llena de campos de arroz e interminables plantaciones de todo tipo con las típicas casas de techos puntiagudos. Hoy de eso ya sólo debe quedar un cuarto, y es justo donde estoy yo, y estoy seguro que en unos años incluso va a ser menos de eso. Por supuesto que acá no se ven grandes edificios y no hay un subterráneo (metro) super moderno de treinta estaciones, aún, pero ya aparecen estas señoras casas y seguramente en unos años lo otro llegará.

En la foto no se aprecia tanto, pero en la realidad es todo un barrio de casas tremendas.
La otra cosa que ambos lugares comparten es un optimismo en general de la gente y una enorme fe en el futuro, y es acá donde se ve la diferencia con nosotros. Es que en China es el gobierno el que toma las tierras y sin pedir permiso empieza a construir, algo que para nosotros sería visto como un atropello a los derechos humanos e individuales. Sin embargo, aunque la gente mayor no está del todo a favor la gente más joven está muy de acuerdo, en general, ya que ven en eso el progreso de su nación. Es entonces cuando reafirmo mi teoría de que no podemos juzgar todo con nuestra visión occidental, latinoamericana y argentina en mi caso, ya que muchas cosas que nosotros damos por sentado en esta parte del mundo no es así, y viceversa, y no significa que nosotros estemos bien y ellos mal, es simplemente diferente y hay que respetarlo.
La realidad es que China sigue estando en el foco de la tormenta, en el buen sentido, y si hay un momento para conocer este país creo que es este. Mientras tanto, vale la pena seguir disfrutando de esa parte tradicional que uno jamás verá en la mayoría de los paquetes turísticos.

No soy fanático de los video juegos, pero cuando vengo por estos lugares no puedo evitar sentirme dentro del juego Zelda: Ocarine of Time

Después de un arduo trabajo, nada mejor que disfrutar de un buen bowl de fideos bajo el sol.
***
No te olvides de seguirme en las redes!
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.

Como obtener la visa china
Bueno, por fin estoy más o menos acomodado, y después de lidiar con el tema de las conexiones a internet por fin puedo volver a escribir. Como ya sabrán ustedes señores lectores de aquel mundo lejano llamado Latino América, y de aquel país tan lejano como la Comarca de los Hobbits llamado Argentina (desde esta parte del planeta son puntos lejanos), al llegar a China, si uno quiere seguir viendo sus videos en Youtube, si quiere seguir buscando información en aquel gran sabio que parece tener todas las respuestas (incluso la clave de la caja fuerte que no sabía el jefe de los mini super) llamado Google o si tenía planeado mostrarle a sus amigos las fotos de los templos milenarios del gigante asiático en Facebook, hay que recordar que se necesita un VPN. Si es la primera vez que entran en este blog hagan clic acá para enterarse de este tema, el cual ya fue explicado. Ahora, yo, habiendo vivido, estudiado y trabajado acá por tres años y que se me pase esto…si ya sé, no tengo perdón. En realidad no se me pasó, pero debería haber contratado el servicio en Argentina y no haber esperado a llegar acá para hacerlo. Por otra parte, se me hizo difícil encontrar una conexión a internet por que esta vez no estoy en la ciudad, y es un mundo aparte. Sea como sea, quiero empezar hoy con algo que debería haber hecho hace mucho tiempo y es explicar en detalle todo acerca del visado chino, el cual, si bien es relativamente fácil de sacar, es requisito necesario para poder entrar. No quisiera tener que viajar treinta y pico de horas para que al tocar el aeropuerto me hagan pegar la vuelta. Por suerte para Hong Kong los argentinos no necesitamos visa, aunque por supuesto si alguien tiene pensado viajar a la isla averigüe bien, no vaya a ser cosa que justo esta semana hayan cambiado las cosas.
En fin, comencemos.
Lo primero es lo primero, y lo primero son los requisitos , los tiempos y las direcciones. En Buenos Aires la Embajada de China (el lugar donde se tramita todo) está en el barrio de Villa Urquiza, en Crisólogo Larralde y Triunvirato, y para llegar la mejor manera (al menos eso me parece) es tomando el subte de la línea B y bajarse en la estación Juan Manuel de Rosas. De ahí hay que caminar unas diez o doce cuadras por Triunvirato y van a ver el edificio justo en la esquina, el cual si bien no tiene ningún cartel grande que diga Embajada de China, salta a la vista que es algo chino por la forma y por que entran y salen chinos todo el tiempo. Los horarios son de lunes a jueves de 09:00 a 12:30 hs. y el teléfono ni lo dejo por que si en una de esas atienden no suelen dar información por esa vía.
Si bien los requisitos no son muy complicados, siempre conviene ir al menos una vez para averiguar bien y no planear que todo se va a terminar si o si esa mañana. Puede que si como puede que no. Esto lo pueden encontrar en la página de la Embajada, pero básicamente lo que se necesita es:
1) Pasaporte vigente con una duración mínima de seis meses (o sea, que le queden al menos seis meses antes de que se venza) y el mismo debe tener al menos dos páginas en blanco.
2) Fotocopia de la parte de los datos del pasaporte (donde está la foto, el nombre, el número de pasaporte, etc.).
3) El formulario de solicitud de visado el cual lo piden ahí mismo apenas en la entrada.
4) Una foto carnet (reciente y sin gorro) de 48×33 mm
5) Una copia de la reserva del pasaje y del hotel al que van a ir. Esto último parece complicado pero no lo es tanto, más abajo se los detallo. En mi caso yo lo hice todo en una misma mañana, es que la Embajada me quedaba muy lejos y en lo posible no quería hacer dos viajes, y además por que aunque una sola vez había tramitado la visa en Buenos Aires, debo tener al menos siete visas que me las dieron estando en China por estudio, trabajo y turismo (hasta tengo dos visas cuya duración es de una semana), y creí que no iba a tener problema, cosa que por suerte fue así.
Si es la primera vez que viajan, como dije arriba, yo lo que recomiendo es ir una vez a la Embajada para echar una mirada o al menos imprimir el formulario a llenar para que lo vean bien. Lo pueden ver en este link.: Formulario Visa China
La primera vez que viajé a China lo hice por Air Canada y la vuelta por Qatar Airways. En mi opinión ambas son muy buenas, aunque los árabes son los árabes y sus aviones son excelentes, pero como no habían pasajes por esa aerolínea para la fecha que yo buscaba me incliné nuevamente por la canadiense. Busquen bien y no se queden con la primera respuesta. Pregunté en una empresa y me dijeron $25.000 pesos ida y vuelta por persona. Fui a otra y me dijeron $20.000, lo cual con un dólar a catorce pesos ya era barato teniendo en cuenta que es un viaje alrededor del mundo. Sin embargo seguí y me dijeron $18.000. Hice la reserva y cuando fui a pagar una semana más tarde me dijeron que había bajado a $17.000, cosa rara en la Argentina, pero para mí fue buenísimo. Al final me terminé ahorrando más de diez mil pesos en los dos pasajes (para mí y para Zhufen), cosa que no es poco. Una vez más, no se queden con lo primero que escuchen. Si necesitan una data más, las oficinas de Air Canadá están en Córdoba y la peatonal Florida (sobre Córdoba), en pleno microcentro porteño.
Ahora prestad atención aquí mis chicuelos que esto es muy importante. En el formulario para pedir la visa China nos pide que llevemos una copia de la reserva la cual no es ni más ni menos que la ruta de vuelo detallada con horarios y días de partida y llegada y regreso (no se puede sacar pasaje sólo de ida) y los países por los que uno hace escala. Esto lo tienen que pedir en la agencia de turismo. Hay algunos que no lo quieren dar por que la reserva en sí dura veinticuatro horas y luego carece de validez, lo cual en rigor de verdad es cierto, pero eso no importa, lo pueden presentar igual, y si aún así no les quieren dar nada abandonen el lugar. Nunca, repito, nunca compren un pasaje sin antes haber obtenido la visa ya que, si bien no es frecuente, si les llegan a rechazar el visado el pasaje se lo van a meter adonde ya saben y ninguna empresa les va a devolver nada de dinero.
Ya una vez con esto volvemos a la Embajada. Si bien el trámite lo puede hacer un tercero yo recomiendo que vaya uno mismo por las dudas. Nadie conoce mejor nuestros datos que nosotros mismos. Una vez adentro sacamos número, tomamos el bendito formulario y lo empezamos a llenar. Por suerte la mayoría de los empleados son argentinos así que no hay problema de idioma.
Los primeros datos son fáciles. Nombre, apellido, etc.. (la foto la pegan ellos).
La segunda parte son los datos del viaje. En mi caso, si bien venía para visitar a la familia de Zhufen, puse turismo para no complicarla, y en cuanto a las entradas puse una por que ese era mi plan, pero si planean un viaje un poco más extenso o ir a algún país de la zona y volver a entrar a China les conviene poner dos o más entradas. La visa de turismo de todas formas es por tres meses. Luego si uno está apurado puede pedir el servicio urgente con el cual le dan la visa de un día para el otro, y si no hay apuro elige el servicio normal que demora cuatro días hábiles y cuesta más barato. Depende de uno.
Y acá la parte que asusta a algunos: itinerario de China. Yo les voy a contar lo que hice yo y lo que en realidad deberían hacer ustedes. En ambas ocasiones, esta y la vez anterior que vine a China, yo no iba a ningún hotel ni nada parecido, y tenía quizás el diez o el cinco por ciento de la información que hoy puedo escribir acá. Lo que yo hice en ambas ocasiones fue dejar como ahí dice la dirección del lugar en el cual iba a parar. La primera vez me esperaba Zhufen así que dejé la dirección en donde ella vivía (número de departamento, piso, barrio, ciudad, todo), y la segunda vez, ahora, hice lo mismo pero con la dirección del hermano de ella. Escuché y leí por ahí que «no les gusta que dejes la dirección de una persona en vez de la de un hotel, hostel o algún lugar que demuestre que vas por turismo». En mi caso, hice lo contrario y como acabo de mencionar no pasó nada, es que realmente yo no iba a ningún hotel. Ahora, aún si a vos que estás leyendo por alguna razón te invita alguien a su casa de todas formas no me animo a recomendarlo, a mi me salió bien y puede que a otras personas les salga mal. En todo caso que cada uno haga como quiera ya que no quisiera ser yo responsable de un rechazo. Lo más recomendable y seguro en realidad es hacer una reserva en algún hotel a través de internet, imprimirla y mostrarla junto al formulario. Una vez obtenida la visa uno tranquilamente puede cancelar la reserva del hotel y no pasa nada. Generalmente los hoteles no cobran por cancelación pero averiguen bien primero, y si no pueden hacer la reserva a través de Booking.com directamente. Recuerden que tanto esto como lo del itinerario de viaje es una mera formalidad ya que una vez obtenida la visa nadie va a preguntar nada ni en Argentina ni en China.
El resto son preguntas de rigor. Por suerte, gracias a que mi amigo chino me salvo de una ilegalidad en un pueblito de su país la última vez que lo visité no tuve que pasar una noche tras las rejas (o quien sabe cuanto) y pude responder a todas las preguntas que no, pero eso es otra historia.
Listo. Uno entrega todos los papeles en la ventanilla y le dan un comprobante con la fecha para venir a retirar y otro para que haga el depósito del costo de la visa en un banco ICBC que está justo enfrente de la estación del subte. Esto no lo voy a explicar por que llevaría más líneas que lo que realmente es el trámite. Sólo siga a la multitud que ellos lo van a guiar, y si no sabe como hacer el depósito estire el cuello y espíe al que tiene delante en la fila.
Eso es todo. Guarde los comprobantes y vuelva a la Embajada el día señalado. Si usted no planea viajar a China para realizar un atentado, vender droga o hablar mal de Mao en público, lo cual podría ser peor que las otras dos juntas, seguramente no va a tener problemas y su visa va a ser entregada en tiempo y forma.
Es muy probable que Google sepa la combinación
***
No te olvides de seguirme en las redes!
Para conseguir mis libros Mi Gran Amor Chino y El Altar de los Dioses hacé clic en la foto de abajo.