Feliz Halloween y día de acción de gracias

Los asiáticos son todos iguales, son todos chinos. Y el idioma, las letras, son todas iguales, el japonés, el coreano, el chino, ¿cuál es la diferencia?

Los occidentales son todos iguales. A todos les gusta comer hamburguesas y un pavo en el día de acción de gracias, una de las celebraciones por aquellos lugares.

El siglo XX fue ganado por Estados Unidos, de eso no quedan dudas, y es cuando uno sale por ahí cuando se da cuenta de esto. En realidad nuestro propio país es ahí afuera, afuera de los Estados Unidos, y sin importar que hablemos español, tomemos chicha, bailemos tango o comamos unos tacos bien picantes, estoy seguro que todos hemos visto alguna vez una coca cola, escuchamos el nombre de Obama, buscamos algo en Google y usamos alguna computadora que si no es Microsoft seguramente es Apple. ¿Los colores de la bandera? Obvio, ya todos sabemos que es roja, blanca y azul.

A veces uno no toma conciencia porque dentro de todo nosotros no estamos tan lejos geográfica ni culturalmente, pero es estando en países más alejados como China por ejemplo cuando uno se da cuenta de la penetración de la cultura de Estados Unidos. De hecho, creo que por aquellos lugares la forma de entrar es más fuerte ya que al tener poco contacto real con este lado del mundo asimilan todo como un país único, como un estereotipo general del que todos los occidentales formamos parte. En otras palabras, para la mayoría de los chinos que nunca salieron de su país, todos somos estadounidenses, culturalmente hablando, y esas diferencias que desde acá no parecen tan grandes, desde allá se hacen mucho más notables. Eso de ir al supermercado del barrio a comprar una coca cola, que puede parecer normal, en realidad pasa hasta en la aldea más chica de China. Si hay un kiosco, es noventa y cinco por ciento probable que tenga la mencionada bebida y un cinco por ciento que no la tenga porque probablemente se haya acabado.

Desde la primer navidad que pasé en China tuve que explicar que en mi país no hay nieve para las fiestas, algo que los dejaba descolocados. De repente se suponía que yo debía conocer cada festividad, prócer y la historia del país del norte.

Debo reconocer que nunca había comprendido muy bien el significado del día de acción de gracias más allá de la famosa cena de pavo que se puede ver en las series, pero de repente comencé a ser saludado con «feliz día de acción de gracias» y con mensajes al celular diciendo cosas como «gracias por ser mi amigo». Al no ser una festividad propia temía mandar el mensaje equivocado y que se ofendieran conmigo, por eso respondía simplemente con un «gracias a vos también». Por supuesto siempre trataba de explicar que eso no se festejaba en mi país, y cuando respondía que en Argentina se celebra el festival de doma y folclore  parecían descolocarse y no comprender de que se trataba tal evento. Debo decirlo, cuando estaba aburrido me gustaba descolocarlos con datos insólitos e insospechados acerca de mi país (es verdad, a veces soy un poco malo). Decirles que acá a la mayoría de los chicos no les gusta tomar sopa (y adultos también) definitvamente los dejaba pensando. Lo loco de todo esto es que a pesar de meternos en la misma  bolsa «yanqui», muchos conocían a San Martin y otros muchos sabían acerca de la cuestión Malvinas. O sea, para decirlo mejor, no son estúpidos, conocen Argentina, y Brasil, y Guatemala y Costa Rica, pero ni la televisión ni el cine argentino llegan allá, y en su imagen, todos somos como los estadounidenses sencillamente porque es la cultura que más llega.
Fue en una de estas fiestas que, ya cansado de que me saludaran por algo que no me pertenecía puse en mi QQ Happy National Japanese Day, que para un chino es como pegarle una puñalada en el corazón. Ese día me comí varios insultos, pero realmente disfruté el momento.
Por supuesto no podía faltar Halloween, la fiesta de fiestas. Tras explicar muchas veces que en mi país no se festeja y después de mi fallido plan de darles empanadas y que se las coman con palitos decidí hacer caso al famoso dicho «si no puedes con ellos, úneteles» y terminé yo mismo organizando mi propia fiesta de Halloween con calabazas, disfraces y sorteos de libros y gorros (propaganda escondida la llaman algunos).
Nuevamente, uno estando acá quizás no llegue a notar la influencia de los norteamericanos en el mundo al cien por ciento, pero es estando lejos de casa cuando uno lo siente más. Si con Estados Unidos como primer potencia nos vemos rodeados de Myckeys, si China no para de crecer no sería extraño que pronto nos viéramos invadidos de gatos dorados moviendo su pata para atraer dinero. Ah, cierto, eso ya está.
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Un yanqui hablando como argentino

Durante mi estadía en el gigante asiático tuve la oportunidad de conocer a personas de todo el planeta, incluso de esos lugares que son apenas conocidos y que geográficamente no representan más que un pequeño punto en este planeta al que nosotros llamamos tierra. Curiosamente los lugares más alejados y más chicos son los más bellos paradisíacamente hablando, y, de la misma forma, quizás por venir de lugares alejados en los cuales el consumismo extremo aún no llegó, y esperemos nunca lo haga, son las personas de estos lugares quienes, por lo general, aún conservan esa cuota de naturalidad, inocencia, hospitalidad o como quiera llamarse que a veces pareciera perderse en la jungla de las grandes ciudades. La mayoría de mis amigos africanos no tenían grandes intenciones de volver a sus países, sin embargo a los que conocí de las islas Fiyi, Seychelles, o Micronesia siempre decían que salían de vacaciones pero jamás dejarían su pequeño paraíso en la tierra.

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Paraísos terrenales, hay quienes dicen que aún existen

Cuando me preguntan siempre digo que lo mejor que se puede hacer es viajar, y no es necesario viajar a la otra parte del mundo, lo cual casi indudablemente costaría más dinero y tiempo, viajar implica salir de casa, a otra ciudad o a algún país limítrofe. Es increíble la cantidad de personas distintas que uno puede encontrar en el camino y son todas ellas quienes ayudan a uno a abrir un poco la cabeza y comprender que lo que sabemos o creemos saber no necesariamente siempre es lo correcto. Es cuando uno habla con personas de distintos lugares cuando se da cuenta que lo que los medios muestran acerca de esos lugares no son más que estereotipos. No hay nada más real que la misma realidad.

Es también cuando uno conoce a personas de distintos países cuando se encuentra con situaciones a veces un tanto extrañas y que no hacen más que generar sorpresa. Acá mismo en Argentina por ejemplo, me topé con un australiano que se vino a vivir a Buenos Aires porque es fanático de Boca, el equipo de fútbol.

Ya comenté algo acerca de mis nombres y la relación que esto tiene con los chinos. Si uno tiene la oportunidad de preguntarle el nombre a algún chino seguramente este le va decir que se llama Mario, Esteban, Manuel o algún otro nombre que obviamente no encaja con su cara asiática. ¿Un chino llamado Mario? Creo que ya vi todo es lo que uno puede llegar a pensar. Obviamente su nombre verdadero no es ese pero si nos dijera su nombre chino lo olvidaríamos en diez segundos, quizás menos, y para poder establecer una relación y que uno se acuerde de él simplemente elije un nombre en castellano y se hace llamar así. El nombre es siempre de acuerdo al idioma que estudien y al país en el que se encuentren. Cuando enseñaba español uno de mis alumnos era fanático de la selección argentina de basquet y, al enterarse que yo era del mencionado país me pidió que lo llamara Scola. De la misma forma, los que estudiaban inglés se hacían llamar con un nombre en ese idioma y me llegué a topar así con Jordan, Tom, quien curiosamente era fiel simpatizante de Tom y Jerry, y teniendo en cuenta que el dibujo del gato y el ratón es muy popular en China, en otra ocasión también conocí a Jerry. Incluso conocí a Superman mientras esperaba un taxi en la calle, y aunque esto puede desilusionar a muchos fanáticos, no es tan musculoso ni tan alto como en las películas.

tom y jerry

Tom y Jerry son muy populares en China. Se llaman Mao he Laoshu, ( 猫 和 老鼠) que literalmente quiere decir Gato y ratón. A veces se los puede ver tomando el colectivo.

En mi caso, Hernán era un nombre muy difícil de recordar para ellos. ¿Quién se va a llamar Hernán en China? Por eso, como al principio solo hablaba inglés decidí traducir mi primer nombre y comencé a presentarme como George, y casi siempre me respondían diciendo “ah…como George Washington, o como George Bush…” Es increíble el alcance de la cultura norteamericana. Al menos a mí me servía para que se acuerden de George, el argentino.

Tiempo más tarde, y ya hablando un poco de chino decidí buscarme un nombre en el idioma local, y así comencé a llamarme A Nan, que es en realidad un nombre creado por mí y viene de la traducción fonética de Hernan. Claro, tampoco es tan así, los padres chinos no eligen un nombre para sus hijos solo porque suena bonito, es todo mucho más místico y siempre buscan algo con un significado. En el caso de Bruce Lee por ejemplo, su nombre verdadero no era ese y, curiosamente en China casi nadie lo conoce así. Recuerdo los primeros tiempos cuando para romper hielo yo decía que admiraba a Bruce Lee y la mayoría me miraba con cara de ¿y ese quién es? Es ridículo, es como preguntar a un argentino acerca de Messi y que no lo conozca. Es que el verdadero nombre de Bruce Lee es Li Xiao Long, literalmente el pequeño dragón Li. Creo que la mayoría de los que leen estas líneas deben saber que China es la tierra de los dragones. En la historia del país el dragón es un animal místico y poderoso, de ahí el nombre del buen Bruce. En mi caso, quizás mi nombre no tenga tanto misticismo, pero más allá de ser la traducción fonética de Hernán, A Nan se escribe en letras chinas así: y Argentina así:  阿根廷 . Si prestan atención en ambos casos la primer letra es igual. Por otro lado, la provincia de donde viene Zhufen se llama Yun Nan:云, por lo cual mi nombre se refiere a una unión entre nosotros dos, a una fusión entre Argentina y Yun Nan. ¿Porqué no una unión entre Argentina y China? Tendría más sentido probablemente, pero China en chino se dice Zhong Guo, y hacerme llamar A Guo no me sonaba para nada lindo.

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Mi nombre chino. Si un chino se puede llamar Mario, yo también me puedo llamar A Nan

Esto me quedó casi incorporado y es al día de hoy que cada vez que conozco a un chino me presento, sin darme cuenta y de manera casi mecánica, como A Nan y cuando conozco a alguien de habla inglesa como George.

Fue en una de las fiestas que yo organizaba para “estudiar inglés” que un grupo de norteamericanos llegó al lugar. Me acerqué y saludé a uno de ellos, y nos quedamos hablando unos minutos, en inglés. Al preguntarme mi nombre le dije “my name is George, I’m from Argentina”, y el hombre sorpresivamente, en su acento yanqui, me respondió “ah, entonces sos Jorge boludo”. Bueno, que iba a saber yo que había vivido unos años en Buenos Aires. Desde entonces, cada vez que conozco a alguien de Estados Unidos primero le digo hola, y depende de su respuesta elijo como seguir la conversación.

 

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