En el paraíso chino

China es un país mágico. Hace unos años cuando vine por primera vez a este país una de las primeras cosas que tuve en claro, y que dije, fue que si había un momento en el que había que venir a China era este, y es que si uno quiere ver un país en cambio, en transformación constante, creo yo, en la mayoría de los casos para bien, es este. Y lo seguirá siendo por muchos años más, porque es un país tan grande y con tanta gente que indefectiblemente es un proceso que va a llevar muchos años.

La historia de hoy comienza en una de esas escapadas que uno se pega cuando está aburrido y no sabe que hacer  en el medio de un pueblito chino. En mi caso, ese lugar era el pueblo de he mo chang en la provincia de Yun Nan. Estaba llegando la primavera y se suponía que el clima debía ser agradable, muy agradable según decían. Yo ya había preparado mis anteojos de sol y mi gorro, pero rápidamente tuve que guardar todo ya que el clima, lejos de ser agradable, estaba congelado. Según la gente local, hacía mucho tiempo que no se sentía un clima así de frío. Por mi parte, mientras desechaba la idea de pasearme en camisa de mangas cortas y bermuda pensaba en mi interior la mala suerte que tenía. Lo peor de todo fue que ni siquiera tenía ropa de abrigo, apenas tenía un buzo y mucho menos una campera. A decir verdad, la temperatura rondaba los cinco grados, pero al estar en una zona montañosa parecía estar bajo cero.

Esa misma mañana Zhufen recibió una llamada por teléfono, bueno, por QQ, de unas amigas de la escuela secundaria que habiéndose enterado que estaba por sus pagos querían ir a visitarla, así que hicieron una cita para encontrarse varias horas más tarde. En el mientras tanto aprovechamos para salir a recorrer un poco el pueblo, que como usted sabe mi querido lector es eso lo que a mí me encanta (definitivamente no nací para quedarme dentro de un hotel), y de paso compré una campera porque ya el frío se había tornado insoportable, al menos para mí.

A la hora del almuerzo, es decir a las once de la mañana, nos encontramos con estas personas, que eran dos chicas con sus respectivos maridos e hijos (malcriados como el 90% de los chicos chinos), y tras comer bastante y brindar veinte veces con ese horrible vino de arroz de 52% de graduación alcohólica nos invitaron a ir a pasear a otra ciudad. No voy a mentir, la verdad es que estaba bastante aburrido, pero de todas formas no tenía escapatoria así que acepté la invitación. Bueno, aceptaron por mí. Sé que no tiene nada que ver con esto, pero algo que nunca deja de sorprenderme es como los chinos parecieran están formados para los negocios. Recuerdo, por ejemplo, que aquella tarde mientras caminábamos sin rumbo bajo el sol todos intentaban hablar conmigo, quizás por curiosidad o quizás para no ser descorteces. Cosas de rutina, ¿de dónde sos? ¿cuánto tiempo vas a estar acá?, ¿te gusta China? Y tras varios minutos uno de los hombres que parecía pensativo me mira y me dice: «¿sabes qué?, tendríamos que vender camisetas de fútbol de Argentina acá, Messi es muy popular, sería buen negocio». Seguramente fue un comentario más, pero no deja de ser interesante pues esos pequeños detalles, esos pequeños diálogos si uno sabe prestar atención, son un reflejo bastante aproximado de la sociedad y del país. Acá en Argentina, cuando uno conoce a una persona la invita a salir, a conocer la ciudad, a mirar una película o a comer algo quizás, o quizás simplemente hablan de la vida, pero creo que lo último que haría para romper el hielo sería proponerle un negocio a una persona a la que acaba de conocer.

Fue así que salimos de la ciudad y nos metimos en la ruta. En el camino nos topamos con algunos vendedores de frutas y nos detuvimos a estirar los pies en un gigantesco campo de flores amarillas.

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Habíamos recorrido alrededor de una hora y el clima ya empezaba a cambiar, al menos había salido el sol. Justo en ese lugar había una montaña con un gigantesco buda dorado en la cima el cual me moría por subir a ver. De hecho nos habíamos bajado para eso, pero al preguntar quien quería subir todos dijeron que no y yo simplemente dije «¿entonces para qué demonios nos hicieron bajar?» (en realidad utilicé otras palabras, usted use la imaginación, y es que en ese lugar y en esa situación el español es un idioma extraño que nadie comprende jaja). Sólo me contenté con mirar hacia arriba y observar a la distancia un pequeño punto dorado y brillante al que ni siquiera me molesté en sacarle una foto.

Y así, en medio de anécdotas escolares que nada tenían que ver conmigo con canciones de guardería de fondo al estilo Barney el dinosaurio pero en chino, en medio de la ruta, de árboles y de campo, casi como por arte de magia apareció otra pequeña ciudad. Al principio no parecía ser nada del otro mundo más allá de estar lleno de máquinas y edificios de cuarenta pisos que ya comenzaban a levantarse, cosa que a esa altura ya no me llamaba la atención para nada. Pero tras recorrer unas cuadras llegamos a lo que era literalmente una playa artificial armada en el medio de la nada, y aún más, había toda una ciudad alrededor. Salvando la distancia y el tamaño, uno  se sentía como esas películas paseando en auto por calles con palmeras en Beverly Hills, y es que hasta algunos carteles estaban además de chino en inglés.

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Acá el clima ya era definitivamente otro, cálido a caluroso, pero no sofocante. Había un poco de viento aún y quizás por esa razón la mayoría de las personas andaban de mangas largas. La gente que iba y venía parecía disfrutar de una vida mucho más tranquila y relajada, ¿y quién no lo haría en un lugar así?

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Estos son los lugares que vale la pena conocer, lejos de los circuitos turísticos y donde se puede apreciar de forma total y absoluta la vida local. Y es acá donde se logra apreciar el momento por el que está pasando China. Si se dejan de lado ideologías estúpidas, de izquierda o de derecha y en vez de eso el Estado se enfoca en crecer, el progreso es inevitable.

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18Para aquellos que tenían la duda, sí, en China los chicos en la playa también juegan con moldes de animales. Ahora ya pueden dormir tranquilos.

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12En Argentina cuando uno va a la playa hay vendedores que pasan vendiendo helado, choclo, jugo de frutas…en China en cambio, pasan vendiendo zanahoria blanca mezclada con ají picante, y a los chicos les encanta. ja ja

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8¿Quién dijo que todos los lugares de China están repletos de gente?

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Y bueno, después de una tarde fabulosa volvimos a la ciudad del principio para despedirnos cenando y brindando con vino de arroz, ¿qué otra cosa podía ser?

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Haciendo negocios en China (parte 3)

Al notar que la situación en cuanto a ventas no parecía querer cambiar mucho decidí hacer uso de mis contactos. Le dije a Zhufen que una vez por semana llamaría a uno de mis amigos extranjeros y les haría una entrevista en el local, y al final la gente presente podría hacerle una pregunta también al invitado. ¿Y cómo lo vas a promocionar? Me dijo Zhufen. Fácil, le respondí yo. Hacemos fotocopias y las pegamos por todos lados. ¿En la calle? Me dijo ella- Hernán, ¿cómo vamos a hacer eso? Imaginate lo sucia que quedaría la ciudad si todos pegaran fotocopias en las paredes… ¿en Buenos Aires hacen así?- ee….no. Bueno a veces nomás.

Entonces, ya que no se podía pegar carteles en la calle, los imprimí y salimos a repartirlos tipo volanteros. Y ahí estaba yo, en el corazón de China repartiendo volantes para hacer propaganda. Creo que por cada lugar que uno pase tiene que dejar una huella, al menos así lo intenté hacer yo.

Días más tarde fue la primer entrevista y para la ocasión había llamado a mi buen amigo George de las Islas Seychelles.

El ritual al final de la entrevista con cada extranjero consistía en hacer un intercambio de banderas. En este caso, él me daba la de Seychelles…

El ritual al final de la entrevista con cada extranjero consistía en hacer un intercambio de banderas. En este caso, él me daba la de Seychelles…

y yo le daba la de Argentina. Y siempre cada uno debía explicar el porque del diseño y colores de la misma

y yo le daba la de Argentina. Y siempre cada uno debía explicar el porque del diseño y colores de la misma

Sin lugar a dudas fue un éxito de gente, sacamos algunas fotos y todo, pero nuevamente no eran muchos los compradores. Aún así atrajo la atención de muchas más personas y con ellas llegaron más negocios. Read More

Haciendo negocios en China (parte 2)

El camino de regreso lo hicimos en taxi como ya dije, y abre pagado unos treinta pesos más o menos (en yuanes,obvio. ¿Quién te va a agarrar pesos en China). Pucha, re caro pensaba yo, aunque al volver a Buenos Aires me di cuenta que lo que allá pagaba por quince kilómetros acá lo pago por uno.

En Changsha los taxis eran azul y dorado. La gente caminaba por donde quería

En Changsha los taxis eran azul y dorado. La gente caminaba por donde quería

Cuando llegamos al shopping ya era tarde así que simplemente dejamos las cajas en nuestro local y nos fuimos a cenar una rica sopa de fideos…mmm…

Una riquísima sopa de fideos, con tomate, huevo y unas verduritas

Una riquísima sopa de fideos, con tomate, huevo y unas verduritas

Esa noche nos la pasamos pensando en la decoración y a mí se me ocurrió la brillante idea de poner banderitas de muchos países por todos lados para darle un aire más internacional. Ahora, ¿dónde íbamos a conseguir banderitas de países? Ni idea, pero debo admitir que soy un poco insistente, y cuando quiero algo lo quiero y punto. Read More

Haciendo negocios en China (parte 1)

Durante mi estadía en China tuve dos locales, uno de libros y otro de gorros, creo que esto ya lo conté varias veces. Lo que nunca conté fue el detrás de las escenas de todo esto, así que si usted señor o usted señora está planeando viajar al gigante asiático para abrir su propio local dentro de un shopping en una ciudad donde se habla un dialecto propio y son pocos los extranjeros quizás esto le pueda servir de algo. Si no es así al menos se puede entretener un poco.

Todo comenzó después de haber trabajado durante un año como profesor de español y de haber sufrido, transpirado y casi padecido varios ataques cardíacos tratando de renovar mi visa para quedarme en el país. Si algo había aprendido era que en China no se “jode” con la justicia así que era mejor tener los papeles en regla. Pero como ya dije en la Guía para vivir y trabajar en China, la vida en el gigante asiático es muy barata en general y eso le permite a uno ahorrar con relativa facilidad. Fue así que una vez medianamente acomodados, Zhufen y yo decidimos abrir nuestro propio local y el sentimiento de un emprendimiento propio se vio acrecentado cuando a unas cinco cuadras de donde vivíamos abrió un shopping espectacular lleno de locales en su interior listos para su alquiler. Algo que se ve más que nada en las ciudades medianas como Changsha, la que vivía yo, es algo a lo que yo llamo el jardín de cemento, porque realmente no se como hacen pero todos los meses surgen edificios nuevos de hoteles, shoppings, oficinas…y no son edificios feos y sin pintura, no mi fiel espectador que ya está buscando donde venden el pasaje más barato para irse, son edificios modernísimos de treinta o más pisos. Mi teoría es que el cemento en estas ciudades está mezclado con una tierra especial y cada vez que llueve florece uno nuevo, por eso lo del jardín de cemento.

El shopping que habían inaugurado, con forma de tren, en donde nosotros teníamos nuestro local

El shopping que habían inaugurado, con forma de tren, en donde nosotros teníamos nuestro local

Bueno, dejémonos de formalidades, ¿te puedo tutear no?. Imaginate, un pibe con un poco de plata que ahorró, para el coche no le alcanza y además no puede sacar una licencia por cuestiones de idioma, le abren un shopping a cinco cuadras, pregunta para alquilar un local y le alcanza, y si, obviamente algo va a hacer. Esto también nos servía a nosotros para que Zhufen dejara su trabajo, algo que yo quería, creo que se lo merecía, porque allá, curiosamente, el trabajo con los chinos y los extranjeros es totalmente distinto. Read More