En China el café, como el que está al lado de la ventana, se toma bien frío, si es posible con mucho hielo, y cuando uno compra una Sprite, una Coca o alguna otra gaseosa en el supermercado esta viene atada con un jugo de frutas como señuelo. De a poco van entrando.

La odisea de la crema

Por más comunismo que es más capitalismo, apertura al mundo, ascenso en el escenario mundial y todas esas cosas, China es China, y en muchos aspectos lo va a seguir siendo.

Uno al viajar al gigante asiático tiene que saber esto de antemano: está viajando a un lugar muy lejano, y muy lejano significa distinto. Yo no lo sabía. Mejor dicho, lo sabía pero nunca tomé conciencia, y supongo que así fue mejor porque de esa forma todo fue una sorpresa y en las buenas y en las malas, lo disfruté mucho. No obstante, al haber vivido en el país, al haberme metido, al conocer gente, hablar, investigar, hacer una y mil cosas finalmente llegué a la conclusión de que la sociedad argentina y la china no son tan distintas como un puede llegar a pensar, de hecho tienen mucho en común solo que al estar tan alejado un país del otro es poco el contacto que realmente llegan a tener. Pero bueno, de esto hablaremos en un futuro.

Hay ciertos productos alimenticios que son lo más común acá y por allá prácticamente no existen, o directamente no existen. Uno al principio no lo nota. Si va al restaurante pide un bife o un plato de fideos con salsa y no se da cuenta de que esas cosas están ahí por ser un restaurante, pero puertas afuera son casi imposible de encontrar.

Cuando uno comienza  a salir al supermercado o a las tiendas para hacer las compras es cuando esa falta de cosas, que al principio parecen ser nada pero, según la persona se pueden llegar a transformar en una pesadilla, se comienza a notar.

No soy una persona que pueda aceptar un no como respuesta y creo que lo siguiente es una clara prueba de que la insistencia siempre otorga buenos resultados. Zhufen y yo somos golosos de estómago y también de vista. Durante un tiempo evaluamos seriamente abrir nuestra propia tienda de panes y tortas, llegamos incluso a averiguar acerca de hornos de gran tamaño para desarrollar la tarea, pero faltaba un detalle casi esencial para las tortas: crema. Nunca lo había notado hasta ese entonces, pero la crema como la conocemos nosotros es casi inexistente en China. En realidad, cuando uno va a comprar una torta la misma está cubierta de crema igual que acá, pero conseguir el preciado material por separado es prácticamente imposible, ni que hablar si uno se encuentra en una ciudad del interior.

El problema con muchos productos es que son intraducibles porque la mayoría de la gente ni siquiera los probó en su vida. Esto es, por más que uno diga quiero manteca por ejemplo, si la persona nunca escuchó hablar de manteca difícilmente lo pueda ayudar a conseguirla. Recuerdo preguntarle a muchos amigos y conocidos si sabían donde conseguir crema, y al ver su cara de signo de pregunta recurría a las señas primero, haciendo el gesto de ordeñar a una vaca con mis manos, y obviamente me preguntaban si era leche lo que yo buscaba. No, se hace con leche pero no es leche, decía yo, y pensando me llevaban al supermercado y me mostraban yogur. Buscando en lo más obvio que era el diccionario entonces, les mostraba la traducción de cream y me llevaban a un producto que nada tenía que ver con la crema de leche.

Finalmente, los llevaba a la tienda de tortas (digo tienda de tortas y no panadería, porque si bien en Argentina las tortas se venden en panaderías, las panaderías tal como las conocemos acá, como muchas otras cosas, son muy distintas. Allá no se compra un kilo de pan, se compra un pan por persona y punto), les mostraba una torta y ahí si me decían aaaaahh…si, crema…no, no tengo ni idea donde podés comprar.

Un día un conocido me dijo que podría averiguar en un supermercado que vendían solo productos extranjeros. Fui al mencionado lugar y me encontré con un lugar del tamaño de un Wal-Mart, solo que todos los productos que vendían eran extranjeros, nada chino, y estaban separados con banderas de cada país para que uno supiera. Se podrá imaginar uno mi cara cuando vi un góndola con la bandera argentina y que esta, entre otras cosas tenía alfajores de dulce de leche. Se podrá imaginar uno también mi cara cuando vi que cada alfajor costaba entre veinte y cuarenta pesos.

Caminando por los pasillos finalmente me encontré con un pote de crema. Estas situaciones hay que vivírlas para entenderlas al cien por ciento, porque una vez más, hay cosas que las tomamos como algo normal, un sándwich de jamón y queso por ejemplo, pero cuando eso que es tan normal nos falta, es ahí cuando lo valoramos de verdad. En este caso me emocionó tener un pote de crema en las manos, pero de todas formas no lo compré ya que costaba unos cien pesos y por más desesperado que pudiera estar no estaba dispuesto a pagar tanto por algo que en mi país se consigue en todos lados. Además, si quería abrir una tienda de tortas y tenía que comprar un pote de crema por cien pesos, obviamente el negocio no iba a funcionar.

Pero yo no soy alguien que se rinda así nomás, no señor, y ya más loco comencé a buscar por todos lados. Zhufen se me unió en la búsqueda y cual sommelier comenzamos a comprar una porción de torta diaria para que el paladar se le acostumbrara a ese producto que tanto buscábamos, y tras haber recorrido cuanto lugar encontramos comenzamos a buscar en internet.

Finalmente, por esas casualidades del destino ella encontró en una página  que una mujer vendía la famosa crema, pero no era un local ni nada, era una mujer que vendía desde su casa. China no es como acá que a veces por cuestiones de seguridad uno tiene miedo de dejar un teléfono o la dirección, allá las cosas se manejan de otra manera y todo se puede hacer por internet, así que tras llamarla por teléfono la mujer le dijo que pasemos por su casa sin problema.

Fuimos entonces, y dudando si verdaderamente se trataba de crema lo que esta señora tenía llegamos a su casa en un barrio común y corriente. Al abrirnos la puerta nos llevó a un freezer que tenía y dentro del mismo había una gran cantidad de potes del preciado producto, los mismos que compramos en el supermercado de nuestro país y esta vez sí, a un precio razonable. Sin dudarlo compré dos y agendé el número de la señora, quien nos comentó que tenía esa «rareza» porque uno de sus hijos vivía en el exterior y siempre le mandaba, pero a ella no le gustaba esa cosa extranjera y aprovechaba para hacerse de unos billetes extra.

Y todo esto para comprar un pote de crema.

Obviamente, y como uno se podrá imaginar, la idea nuestra tienda de tortas se canceló. La idea de probar salsa de tomate, fiambre, manteca o un pan flauta entre otras muchas cosas también tuvo que ser postergada a menos que fuera a un restaurante de comida occidental o directamente, hasta mi regreso a la Argentina.

En China el café, como el que está al lado de la ventana, se toma bien frío, si es posible con mucho hielo, y cuando uno compra una Sprite, una Coca o alguna otra gaseosa en el supermercado esta viene atada con un jugo de frutas como señuelo. De a poco van entrando.

En China el café, como el que está al lado de la ventana, se toma bien frío, si es posible con mucho hielo, y cuando uno compra una Sprite, una Coca o alguna otra gaseosa en el supermercado esta viene atada con un jugo de frutas como señuelo. De a poco van entrando.

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