Si tuviera que contar todos los libros que leí desde que me regalaron el primero, allá hace mucho tiempo cuando mi contador de años de vida apenas alcanzaba las dos cifras, me sería realmente imposible tirar un número. Muchos de los libros que pasaron por mis manos se fueron y se quedaron en el camino. Algunos se perdieron en mudanzas, otros se quedaron por causa de fuerza mayor en el otro lado del mundo, y quien sabe, quizás algún chino que esté estudiando español los recibió como un tesoro, o quizás cayeron en manos de algún otro que abrió la tapa por mera curiosidad y al encontrarse con letras imposibles de leer de un idioma tan extraño se preguntó ¿Pero qué es esto, español? Es que es así, cuando uno viaja lamentablemente, por cuestiones de peso, muchos libros se tienen que quedar en la habitación de algún hotel o en manos de algún amigo.
Lo cierto es que sí, amo leer y con estas nuevas tecnologías de libros electrónicos pude leer más de lo acostumbrado, a veces no solo libros, también historias y blogs de esas que se encuentran por ahí en internet. Me encanta navegar y perderme por internet sin una ruta marcada. Yo soy el típico que dice voy a revisar mi correo, pero cuando abro internet y aparece la pantalla del buscador que todos conocemos no me resisto y comienzo a curiosear acerca de cosas que en mi vida pensé que buscaría. Supongo que tendría que quitar el buscador de la pantalla de inicio, pero no puedo, es más fuerte que yo. Quizás lo haga mañana. Bueno, así lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo.
Y ahora que yo mismo me decidí a ser autor de mi propio libro, me puse a leer más, y tomé libros que hacía años no leía y los volví a leer. Es que yo tengo eso, cuando comienzo con un libro, no puedo parar hasta no terminarlo. Estos son algunos de los libros que estuve leyendo últimamente. Muchos tienen poco y nada que ver con mi historia, pero de alguna forma u otra me ayudaron a decir «Es hora de que mi nombre también esté en una portada».
Las aventuras de Tom Sawyer, de Marc Twain. Pocos libros me traen tantos buenos recuerdos como este. El relato en sí ya es estupendo, al menos para mí. Siempre me hace recordar esa libertad y esa espontaneidad de los chicos. Me hace recordar a mí mismo cuando yo tenía esa edad viviendo mis propias aventuras, y creo que por eso me gusta tanto. Es un libro que aún con más de cien años de haber sido escrito, no pierde su frescura en ningún momento.
Tras haber leído aquella primera vez Las Aventuras de Tom Sawyer, descubrí que también estaban Las Aventuras de Huckleberry Finn, su mejor amigo, y por supuesto no podía dejar de leer ese libro, el cual aún conservo.
It, de Stephen King es una obra maestra de la literatura. Si bien King ya había demostrado con todos sus libros anteriores que era un genio, con este se coronó. Es que uno literalmente puede sentir a través de la lectura lo que los personajes están sintiendo. Este libro fue difícil de conseguir y siempre lo quise leer, sobre todo porque de chico había visto la película del malvado payaso, el cual me dejó con mucho miedo (a muchos nos asustaba, hay que reconocerlo), y quería saber como era el libro. Justo una semana antes de viajar a China mi hermano lo consiguió y como sabía que no lo iba a poder llevar conmigo, entre otras cosas por el peso, literalmente me lo devoré. Y sí, el libro da más miedo que la película.
El Alquimista, de Paulo Coelho, libro tan leído y recomendado, obviamente no me lo podía perder. Si bien es verdad que no soy un fiel adepto de todo lo popular o masivo, cuando lo leí me encantó y siempre está ahí a mi lado para ayudarme a recordar que puedo crear mi vida como yo la quiero crear.
El Conde de Montecristo, de Alexandre Dumas. Este fue para mí uno de esos libros que le pueden cambiar la vida a uno, generó un antes y un después en mi lectura. Es verdad, los libros son como la música en un sentido, son muy subjetivos y dos personas pueden no tener la misma opinión. Quizás llegó a mis manos en el momento justo, y por eso me gusta tanto. Lo leí dos veces, la primera en Argentina antes de viajar a China, y la otra ya en China, y lo volvería a leer mil veces. No solo la historia, la forma en que está narrado y ese cruce de diálogos y personajes es espectacular. Una verdadera obra maestra de la literatura. Por más que sea ficción, el ver todo lo que le pasa al protagonista y que luego este termine siendo casi el rey del mundo, a uno lo inspira. Uno puede aprender mucho incluso de un libro de ficción, sobre todo cuando al leerlo uno parece estar mirando una película. Frases épicas que están en mi libro de frases (si, tengo un libro de frases para no olvidar) son:
«Y no olviden nunca que hasta el día en que Dios se digne descifrar el porvenir al hombre, toda la sabiduría humana estará resumida en dos palabras: ¡Confiar y esperar!»
«Mi reino es grande como el mundo, porque no soy italiano, ni francés, ni indio, ni americano, ni español; soy cosmopolita.»
«La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas.»
«¿Seguiras tu camino tal como te lo depara la suerte sin tratar siguiera de combatirla?»
«Me horroriza esta vida de sociedad ordenada, acompasada, pautada como un papel de música. Lo que siempre he deseado y querido es la vida de artista, la vida libre, independiente, en que solo depende uno de sí mismo.»
Freddie Mercury, su vida contada por él mismo. Ya lo dije, yo leo de todo. Es más, aunque no lo parezca por los libros que estuve leyendo últimamente, me gustan mucho las biografías. Si bien este es un libro para fanáticos creo, o al menos para los que les guste la música de Queen, me pareció un muy buen relato para conocer el detrás de las escenas de una de las bandas de rock más importantes y uno de los cantantes más famosos. Lo que muestra en sí, a través de diversas entrevistas, es a la persona detrás de la estrella, desde el principio, y como si bien uno ve el éxito de la persona, desconoce en realidad todo el trabajo previo para poder llegar a la cima. Me pareció un buen ejemplo para esa frase que dice: talento sin esfuerzo no sirve de nada.
La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne. Clásico de clásicos, y creo que es un libro que no puede faltar en la colección de cualquier alma viajera.
Siddhartha, de Hermann Hesse. Este es un libro que llegó a mis manos cuando era chico, y en aquel entonces no lo pude terminar. Pero cuando regresé a la Argentina lo encontré perdido por ahí entre otros y me decidí a darle una oportunidad. Si bien tiene una temática que va de la mano con la religión o el pensamiento budista, es un libro que se adapta a todas las personas de todo el mundo, ya que su mensaje es universal: descubrirse a uno mismo. No sé como no lo había leído antes, supongo porque me lo dieron cuando era muy chico y en esa época había muchas cuestiones que no me planteaba. Pero haberlo leído estos días me hizo ver cuanta verdad hay detrás de sus líneas. Creo que es un libro muy recomendable para esa etapa de la vida en la que uno se pregunta ¿Quién soy?, la cual no tiene edad, o quizás cuando ya pasó esa etapa y ya sabe lo que quiere, ya que uno puede cambiar su vida en el momento en el que lo desee, es simplemente cuestión de decidirse.
Y bueno, eso es más o menos lo que estuve leyendo estos días, en la mayoría de los casos, volviendo a leer. Lo maravilloso de los libros, entre muchas otras cosas, es que uno los escribe y luego los manda a viajar, y no sabe en manos de quien van a terminar realmente. Son como escribir una carta en una botella y tirarla al océano. Uno no sabe a manos de quien va a llegar, pero siempre se queda imaginando la cara de ese, que en algún lugar del mundo la agarró y sueña con que quizás, al leer el mensaje en su interior se animó a soñar y a comenzar su propia aventura.